GOD WILL NOT ABANDON US IN OUR EARTHLY JOURNEY

DIOS NO NOS ABANDONARÁ EN NUESTRO VIAJE TERRENAL

XXI Domingo del Tiempo Ordinario.


El Evangelio de hoy (Juan 6,60-69) nos habla de los discípulos de Jesús que murmuraban de lo difícil que era hacer lo que Él les pedía: abandonarse a sí mismos y elegir hacer el bien, mostrando siempre amor a todos. Como no podían seguir los mandatos terrenales, decidieron dejar de seguir a Jesús y regresar a sus antiguas costumbres. Jesús les pregunta a los apóstoles: "¿También ustedes quieren dejarme?". Simón Pedro le respondió: "¿A quién iremos? Solo tú tienes palabras de vida eterna".

Cada día que nos despertamos pensamos: «Hoy va a ser un gran día». Nos condicionamos a esperar lo mejor del día. Pero, al salir de casa, hay mucho tráfico; nos encontramos con personas que nos tratan mal; escuchamos malas noticias; tal vez sufrimos una tragedia (un robo, un asalto, lo que sea). Cuando esto sucede, decimos: «Me habría ido mejor quedándome en casa y nada de esto habría pasado». Pero el problema es que si nos limitamos a vivir la vida con seguridad y a evitar el peligro, no vivimos con un propósito porque solo creamos una burbuja a nuestro alrededor y no dejamos entrar las cosas. Y nuestros dones, nuestros talentos, nuestro carisma, nuestra risa, nuestro amor se guardan dentro y no se comparten con el mundo, ¡que es donde Dios necesita que estemos!

Un día moriremos, y cuando lo hagamos, veremos a Dios cara a cara. Él nos hará una simple pregunta: "¿Qué hiciste con los años que te di en la tierra?". ¿Cuál será nuestra respuesta? "Señor, me escondí porque el mundo es malo. Señor, había demasiada gente que chismeaba sobre mí y los demás. Señor, tenía demasiado miedo de ofenderte, así que me limité a vivir en reclusión". Esas no son respuestas, sino excusas porque Dios ya sabe que la vida SERÁ dura. Especialmente porque siempre estaremos despidiéndonos en la tierra de aquellos que amamos. Siempre encontraremos un momento de desesperación. Siempre estaremos terminando algo para comenzar de nuevo. En cada uno de esos momentos que consideramos 'malos' también está Dios, siempre en una sonrisa, en un abrazo, en gestos y palabras amables, en la naturaleza, en los demás.

Es difícil vivir una vida centrada en Cristo. Cuando intentamos vivir según la voluntad de Dios, somos como un imán de calamidades. Las cosas malas comienzan a suceder no porque Dios no esté con nosotros, sino porque Él está a nuestro lado. Necesitamos confiar en Él en todo lo que nos sucede. Él nos ayudará a salir adelante porque nos ayuda a confiar en su voluntad, en su promesa de fortaleza y, sobre todo, en su misericordia. En medio de la adversidad es cuando vemos su gloria y sabemos que cada prueba nos prepara para estar con Él en la vida eterna.

La vida hay que vivirla: confiando a cada paso; amando cuando estamos rotos; y sobre todo dejar de repetir: aparta de mí todo dolor, calumnia, chisme, rencor, odio, herida, caída, enfermedad, y todo lo que es malo, no quiero vivirlo - PERO HÁGASE TU VOLUNTAD, y no la mía. AMÉN.

Regresar al blog

Deja un comentario

Ten en cuenta que los comentarios deben aprobarse antes de que se publiquen.